lunes, 1 de mayo de 2017

El inicio y el final de un error.

El miedo a quedarte sola a veces suele ganar muchas batallas que desde un inicio eran casos perdidos. Me he vuelto cobarde a las personas que logran captar mi atención, es normal que después de años me de miedo abrirme a conocer lo desconocido, vengo cargando una armadura como defensa, al sentir debilidad por mi sexo opuesto. Ser presa débil ante lo opuesto me hace huir, no es de mi agrado hacer notar cuando algo me hace intimidar, mi ego suele hacerme muchas jugadas, ese tipo de jugadas me han hecho perder muchas cosas, si me preguntan ¿te arrepientes? yo responderé: no puedo arrepentirme de algo que no viví.. Sin embargo
en lo más profundo se oye una voz que grita ¨acéptalo¨ eso es mi Ello gritando. 

El sabotearme se me ha vuelto normal cuando me invaden la lluvia de ilusiones al pensamiento, me aqueja pensar o imaginar la compañía eterna. Si me pregunta que piensas; bueno me imagino que camino en un círculo, doy vueltas y vueltas hasta al punto de un colapso donde termino mareada y tendida en el piso, mi cabeza se golpea, al despertar de aquella inconsciencia doy un reinicio al disco duro, me siento sola y empieza un frio eterno, esa pequeña niña que camina en mi pensamiento tiene miedo a las realidades que están fuera de su círculo. Eso es lo que sucede en mi cabeza cuando me preguntan qué piensas, tal vez mis lectores piensen que estoy loca, pues no lo estoy, soy igual que ustedes pero con una gran imaginación. 

No me gusta arrepentirme, me gusta mirar un buen atardecer, sentir la brisa en mi cabello, apreciar la sonrisa de quienes valoro, sentarme a pensar que será de mi futuro, cubrirme bajo el agua que sale de la ducha, mirar el caminar de las personas, analizarme y comprender que los inicios son buenos, los finales no son de mi agrado porque de hecho muchas de las cosas que he tenido que darle un fin son por motivos ajenos a mi voluntad. Somos dueños de nuestras propias decisiones aunque a veces nos cueste tomarlas, para bien o para mal son necesarias, no dejemos de llorar si nos duele, no es malo llorar de hecho malo es dejar de hacerlo.